Algo más que un nombre
Miguel Angel Vicente
El rencor paraliza y la comprensión ennoblece. Si hay algo que los hinchas de Argentinos deben perdonarle a Diego Maradona que lo hagan ahora, urgentemente. Que lo liberen de todos los pecados. Al fin, estas historias de desencuentros entre Diego y Argentinos vencen de la misma manera que caducan los conflictos entre padres e hijos. La vida es el constante ejercicio de limar asperezas y suturar heridas.Lo que sí debe quedar grabado en la memoria es todo lo que le brindó al club de La Paternal el Diego futbolista. La magia, los goles, el prestigio internacional, el punto de partida del semillero del mundo, el estímulo para todos los que crecieron con su sello. La visión no puede ser tan estrecha. El mundo no podía entender que Argentinos y Diego no fueran uno solo en cuerpo y alma. Que este remozado estadio no llevase su nombre y que ese rincón de la cancha donde Diego tiró el primer caño el día que debutó ante Talleres no fuera monumento histórico nacional.Fue ahora, en este agosto centenario de Argentinos que el estadio fue bautizado con su nombre. Y si no hubiera sido anoche habría sido dentro de cinco, diez, treinta o cien años. Era algo inevitable. La cancha de Argentinos algún día debía llamarse Diego Armando Maradona. Porque él es la principal astilla de la más noble madera de La Paternal. Diego es su fútbol, no sus miserias. Con eso derrota cualquier argumento en contrario.
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