ARGENTINOS FUTBOL Y TOQUE

sábado, marzo 12, 2005

En el último intento

Un cabezazo de Denis sobre el final le dio a Arsenal el empate 1-1 con Argentinos, en La Paternal; Calderón desperdició un penal





Argentinos saboreaba una satisfacción propia de los más ambiciosos y pudientes; estaba a un paso de cerrar una noche íntegramente feliz. Pero cuando creyó que tenía todo controlado, Arsenal, ese rival molesto y complicado para cualquiera, le amargó la faena. El 1-1 final, en el cotejo que abrió la quinta fecha del Clausura, distribuyó por igual una sensación insípida porque el triunfo traía premio extra para quien lo consiguiera. Pero el empate agónico dejó, lógicamente, un sabor más dulce en el conjunto del Sur.

Si se piensa en que los dos afrontaban el partido con el aliciente de que quien ganaba alcanzaba la línea de los punteros, lo visto en la primera etapa fue decepcionante. En esa pobreza repartida con bastante uniformidad, Argentinos fue algo más generoso; en los primeros 25 minutos resultó algo superior.

El dominio tenía que ver, más que nada, con una postura más agresiva y generosa que la de su rival. Anunció esas intenciones con rapidez: apenas comenzado el juego, Pisculichi sacó un muy buen remate que detuvo el arquero Limia. Transcurrían apenas dos minutos y daba la sensación de que se avecinaban emociones frecuentes. Craso error.

La supremacía de Argentinos, apoyada en la conducción de Marini, inteligente y astuto para colocar la pelota en profundidad, se fue diluyendo. El ímpetu y la presión del comienzo se iban desinflando mientras Arsenal empezaba a tejer su telaraña monótona. Y el partido ingresó en una lucha tediosa, densa.

De a poco, el equipo de Burruchaga fue desactivando el tibio circuito local y emparejó el desarrollo con ese toque lateralizado que a veces parece servirle para hipnotizar rivales. Marini perdió la influencia de aquel comienzo, Argentinos cedió en la presión y todo se volvió aburrido y sin vuelo. Como un hecho aislado, un muy buen cabezazo de Fleitas obligó a una reacción mejor del arquero Limia, que rechazó al córner.

¿Y la ofensiva de Arsenal? Lo que en matemáticas se llama un conjunto vacío. Su único elemento en esa función era Calderón, aislado y fácilmente absorbido por la pareja de centrales locales, Medero y Galván. Tampoco terminaban en nada trascendente las corridas de Mannara por la derecha. En esa etapa, por su dominio del comienzo, si hubiese existido alguna ventaja debería haber sido de Argentinos.

La segunda parte trajo la buena noticia de un cambio de actitud en Arsenal, que salió más decidido. Paradójicamente, el destino lo castigó: una clara mano de Galván en el área redundó en penal para los visitantes; Calderón remató bajo y esquinado, y la pelota dio en un poste.

El juego siguió trabado hasta que Argentinos encontró un circuito: Pisculichi-Carrario. Hubo un aviso, con un pase del volante al delantero en una acción que concluyó con otra buena intervención de Limia, pero cuatro minutos después, Carrario aprovechó bien la habilitación y puso el 1-0, en su gol número 100 (entre los que marcó en el ascenso y en primera). Y al final, cuando ya no parecía quedar margen para nada, el fútbol demostró que siempre guarda una carta: centro de Mannara, cabezazo de Denis y empate. Argentinos sintió que, en realidad, se quedaba sin nada.



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