ARGENTINOS FUTBOL Y TOQUE

lunes, febrero 21, 2005

Instituto festejó en grande


¡Hay relojes que parecen tortugas! Pum... la saca Barone con un zapallazo; la trae Argentinos, pum... la revienta Pagés con un guadañazo; la trae Argentinos, pum... la revolea Peralta a la cancha de Racing; la trae Argentinos, pum... Sanchírico casi le saca la cabeza a dos tipos en la platea; la trae Argentinos, pum... los aviones no se animan a pasar bajito por Alta Córdoba... Hasta que al árbitro Furchi se le ocurre terminar con semejante tortura: minuto 51.23 del segundo tiempo. Después de seis minutos de descuento (bien otorgados), de miles de corazones maltrechos, con la pelota declarada ?no grata? en el área de Caranta y con Argentinos Juniors buscando a quién echarle la culpa, Instituto liberó un alarido de victoria que tenía atragantado desde hacía mucho tiempo. Le había ganado 3-2 a Argentinos en un partido muy raro, sin buen juego pero entretenido, con muchas situaciones de gol, pero con cinco ?pepas?... ¿las cosas del fútbol, vio?

¿Cuánto hacía que no vivía todas esas sensaciones? Ayer, la referencia exclusiva fue Daniel Jiménez, por los dos goles que hizo, por el que le sirvió a Lujambio, por lo que significó tácticamente ahí, paradito nomás, y por lo que su aporte logró: dejar en casa tres puntos fundamentales, calientes, independientemente de lo flojo del juego colectivo de Instituto en el aspecto organizativo y ofensivo.

Jiménez lo hizo. Rescató a Instituto del barullo y lo posicionó para ganar.

Todo empezó con un lateral en la mitad de la cancha, de esos que muchas veces son ejecutados con la rutina del globito a dividir por allá arriba: Raymonda le ganó a Marini en un costado. La pelota se fue afuera y la película empezó. Sanchírico habilitó a Jiménez sobre el círculo central, ?Miliki? abrió para Peralta, corrida, centro, Jiménez la devolvió desde el segundo palo y Lujambio (un pasito fuera de juego) la sopló al gol. En 11 minutos, Instituto encontró la puerta que lo condujo a la felicidad.

Encima, cuatro minutos después, en otro centro, Jiménez ganó de arriba y, de cabeza, puso el 2-0 que hizo explotar a todos.

Al psicólogo

La generosidad de ?Miliki? y de Lujambio, en la movilidad hacia los costados y para aguantar la pelota, fue abriendo espacios jamás aprovechados. Instituto nunca pudo generar los climas para tirar por tierra lo poco que Argentinos tenía todavía en pie: nada menos que sus convicciones para tocar y tocar.

El juego insolvente de la Gloria se hizo evidente después del 2-0. No hubo reacción organizada, sino revoleos en serie. Los fracasos individuales de Raymonda (empecinado en la gambetita), Cobo (perdido sobre la derecha) y Peralta (impreciso y previsible) pesaron demasiado sobre los demás. Por eso no sorprendió que Argentinos se pusiera 2-1 al capitalizar un error de Pagés, con centro de Oberman y barrida de Morinigo.

Consagrado al aguante, Instituto arrió las pocas banderas que le quedaban. Optó por retroceder y dejar arriba a los llaneros solidarios, para acomodarse en la cancha vestido de su fantasma más temido: la ambigüedad. No se defendió bien, no se cerró con firmeza, no marcó con fiereza, la pelota le rebotó, fue incapaz de darle armonía a sus movimientos de ataque y se olvidó de jugar.

Así y todo, fue Jiménez nuevamente el psicólogo que le arregló la cabeza: córner de Peralta y frentazo. Adentro. 3-1.

El 3-2 (penal por una agarradita de Barone a Galván) fue el testimonio de la pobreza del juego de Instituto, y el detonante de la angustia hasta el final. La falta de energías, la ausencia de una idea a la que aferrarse para resistir con dignidad, la cultura de hacer tiempo, los cruces heroicos, los quites para regalarle la pelota a Argentinos y la histeria de la gente, tramaron un cierre al borde del ataque de nervios. Instituto ganó, es cierto. Es lo más importante. Pero que la alegría del momento no impida ver que así, no se llega a ningún lado.

Un final muy agitado

Iban 49 minutos del complemento y el partido se moría. El árbitro Rafael Furchi decidió expulsar a Leonel Pilipauskas y Claudio Marini, quienes se habían agredido a la salida de un córner, en el área del arquero albirrojo Caranta.

Cuando los dos jugadores se encaminaban al túnel, Marini le aplicó un golpe al defensor uruguayo, quien reaccionó e intentó devolverle la ?gentileza?.

El encargado de seguridad de Instituto, Osvaldo Peralta, intercedió para controlar a ?Pili? y, aparentemente, Marini, intentó agredir a Peralta. Luego, los jugadores de Argentinos se trenzaron a golpes fundamentalmente con los policías, que se habían ubicado dispuestos en cordón.

En ese forcejeo, el arquero de Argentinos, Marcos Gutiérrez, quien intentaba separar a Pilipauskas y Marini, intercambió golpes con un uniformado y recibió un bastonazo, según comentó al término del partido, por el que tuvieron que aplicarle tres puntos de sutura.

La versión del ex Talleres no pudo ser ratificada por el comisario mayor Juan Pesci, encargado del operativo de seguridad, quien no pudo entrevistarse con el arquero.

?A estos policías hay que hacerles un estudio psicológico. Ellos están para cuidar el orden y no para generar violencia. Yo sólo quise separar y me voy lastimado. Voy a quedarme en Córdoba y realizar la denuncia?, dijo el arquero del Bicho.



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