ARGENTINOS FUTBOL Y TOQUE

lunes, octubre 25, 2004

Descontrol: Argentinos arrinconó a Boca contra el precipicio

El equipo de Miguel Angel Brindisi volvió a decepcionar: en la Paternal, perdió por 1 a 0 ante los locales y quedó a cinco puntos de la vanguardia; la crisis futbolística de los xeneizes se agudizó por su flaco espíritu



El ataque de esquizofrenia futbolística lo tiene a Boca a la deriva en su laberinto de confusión. El desconcierto ya no se siente un incómodo inquilino en el equipo de Miguel Angel Brindisi. Por el contrario, se pasea con las ínfulas de un ostentoso propietario. Por ahora, el rechazo popular no explota; sólo se traduce en ese murmullo que contiene broncas. Sin brújula, la propuesta de Boca irritó hasta desbarrancarse frente al entusiasmo de Argentinos. Y la definición del campeonato Apertura comienza a desentenderse de este conjunto xeneize desteñido, que encarna la imagen misma de la desolación. Boca se pellizca y no lo puede creer. Pero debe aceptar que la desconfianza y el vacío creativo son sus únicos signos vitales. Tantos desatinos ayer no merecían encontrar ningún indulto y por eso encadenó la cuarta derrota consecutiva lejos de la Bombonera. Huérfano de claridad y desconcertado por una identidad indefinida, los visitantes se enredaron entre el critero de Claudio Marini y las gambetas de Gustavo Oberman. Desprolijo e impreciso, sólo una distracción de Marcos Gutiérrez, que el mismo arquero luego se apresuró por corregir, propició la única oportunidad de peligro para los boquenses, que en definitiva desperdició el mellizo Guillermo Barros Schelotto. Desentendido de la emergencia desatada en su adversario, Argentinos jugó desde el descontrol ajeno. Apuntalados por Galván y el despliegue de Marini, Pérez Castro, Pisculichi y Oberman desparramaron algunas picardías y desnudaron las muy frágiles espaldas de los laterales de Boca. Y eso que el juez Oscar Sequeira ignoró un claro penal de Traverso, que extendió el brazo para detener un centro de Oberman. Pero ya en tiempo adicionado, con Calvo otra vez mal ubicado, la habilitación de Oberman le permitió a Facundo Pérez Castro dibujar una sutil definición por encima de Abbondanzieri. Luego del entretiempo llegaron los cambios de Brindisi para dibujar al equipo con tres defensores y tres delanteros. Las variantes, más que una búsqueda, parecieron un llamamiento a una mágica salvación. Pero sin convicción ni el espíritu suficiente, la cuesta se volvió insuperable para Boca. Apenas se advirtió en Martín Palermo una voluntad inquebrantable que varios de sus compañeros no parecieron dispuestos a imitar. Los boquenses no encontraron la manera de sobreponerse a la adversidad. Esa pareja explosiva que confabulan la impaciencia con la desesperación se convirtió en la guía xeneize. Y si dependían de un resorte tan poco confiable, el destino de los visitantes en la Paternal estaba sellado. Una ofensiva drenada de ideas lo reveló a Boca aún más anárquico. Lo expuso como una formación pequeñita y mediocre. Como todo lo que está inspirado en los miedos y el descrédito. Argentinos retrocedió y se defendió de manera escalonada. No necesitó más. Después, un par de réplicas llevaron aroma de gol. El equipo de Brindisi ni siquiera creó una situación de peligro en la segunda etapa. Terminó arrumbado y con el lastre de comenzar a sentirse un intruso en el Apertura. Boca es como el persistente goteo de una canilla. Y así, poco a poco se corroe la paciencia.



La Paternal, inexpugnable
Luego de 44 años Boca volvió a jugar contra Argentinos en la Paternal. Una visita, por cierto, nada favorable para los xeneizes. Es que ayer encadenó la tercera derrota en otros tantos partidos, ya que en 1959 había caído por 3-1 y, un año después, en 1960, volvió a perder, en ese caso por 2-0.

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