Guachos Pistola
Con los atorrantes de Pisculichi y Oberman y el ayudante Vázquez por Chiche Sosa, el Bicho ganó de local por primera vez en el torneo y hundió a San Lorenzo.

San Lorenzo siempre tiene un papel especial en la vida de Argentinos. Desde aquel penal que Mario Alles le atajó a Delgado y significó el descenso de un grande por primera vez en el fútbol argentino, pasando por esas banderitas de Japón con las que el local ayer recibió a su anfitrión virgen de Copas Libertadores y concluyendo con esta sorprendente victoria por 1-0, que para el equipo de La Paternal no sólo es un renacimiento en el torneo y en el cuadrangular de los flamantes ascendidos sino también el primer triunfo en el estadio Diego Armando Maradona. Porque desde su inauguración, con caída 0-1 ante River (11 de agosto), sólo había acumulado desgracias Argentinos. Derrotas apretadas, derrotas holgadas, lesiones, expulsiones, la renuncia de Sergio Batista... ¡Hasta la fractura de Sosa!Pero, claro, no hay mal que dure cien años. Y mucho menos si enfrente está este generoso San Lorenzo, que de entrada intentó confirmar aspiraciones con ímpetu y a la salida, mansito, dejó sobre el escritorio la chapa, el revólver y la renuncia al título. El equipo del Bambino Veira nunca encontró la fórmula para quebrar a un Argentinos ordenado del medio hacia atrás y filoso arriba.El receso, por lo visto, le sirvió más a unos que a otros... San Lorenzo tropezó de arranque y mostró viejos vicios, falta de volumen de juego, fisuras defensivas, poco gol, y encima exhibió una preocupante falta de autoridad. O empuje, coraje, garra... De acuerdo a su grado de calentura, amigo cuervo, llámele como quiera. Y así el equipo del Bambino cayó manso en la trampa del viejo zorro Chiche Sosa, que pergeñó estrategia y táctica y dirigió a control remoto por la insólita lesión. ¿Cuál es su mérito para dar vuelta la taba en sólo 20 días? ¿Cómo hizo Argentinos para salir por primera vez de la zona de descenso directo en tan poco tiempo? ¿Dónde se nota la mano del viejo maestro de La Paternal? Primero se dedicó a sumar para recuperar la confianza de sus soldados, subterránea tras un arranque con tres puntos sobre 21, y luego aprovechó el parate para consolidar la famosa columna vertebral. Ahí está Galván, firme para sacar todo de arriba y de abajo hasta frustrar a cada atacante de San Lorenzo. Ahí está Claudio Marini, hábil con el pie para jugarla siempre simple y más hábil aún con la lengua para acomodar el medio. Ahí está Piscu, nunca más suplente para los últimos 30, titular comprometido, talento libre por delante de la línea de volantes, inventor de una asistencia a Oberman, otra a Piris Halbes (¿Qué? ¿Se escribe como el que jugaba en Talleres? ¿¡Qué!? ¡¡¿¿Es el mismo??!!). Y ahí también está Gustavo Oberman, con un despliegue inmenso, cerca del arco para empujarla y cerca de la barricada del mediocampo para tapar por la izquierda la subida de Zabaleta. Poderoso el chiquitín...San Lorenzo no tuvo qué ofrecer ante el despliegue y el corazón de Argentinos. Frustrado el plan A, el Bambino en la segunda parte modificó el esquema. Dejó tres en el fondo, pasó a Zabaleta al medio e intentó con tres puntas (Luna, Olivera y Herrera), pero Romagnoli nunca se encendió y la única idea, gastada por repetida y por las imprecisión, fue el remate desde afuera del área. Herrera, Paredes, González, Zabaleta... Siempre cerca. Paradójico, porque, en realidad, San Lorenzo siempre estuvo muy lejos...
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