ARGENTINOS FUTBOL Y TOQUE

sábado, abril 23, 2005

SAN LORENZO 0 - ARGENTINOS 2 : LOS DE LA PATERNAL GANARON TRAS CINCO PARTIDOS, MIENTRAS QUE SAN LORENZO YA LLEVA OCHO SIN SONRISAS

Argentinos le sacó aire a un Ciclón que se ahoga







En un partido sin emociones, el visitante sacó provecho de un tiro libre de Pisculichi en el primer tiempo y de un golazo de Marini sobre el final.

San Lorenzo no tiene identidad, no tiene alma, no juega a nada. Ni el equipo alternativo de anoche ni el que generalmente es titular. Hasta Argentinos, que venía de cinco partidos sin ganar, se aprovechó de él. Incluso definió el pleito con un golazo maradoniano de Claudio Marini, que lo gritó con todo su sentimiento quemero.

Una vez más pareció que los jugadores no entienden el mensaje del Bambino Veira. San Lorenzo ganó una sola vez en el año (el 20 de febrero a Boca) y se profundiza la crisis. El martes, en Calama ante Cobreloa y por la Copa, el San Lorenzo de Veira se jugará su última ficha. Anoche, otra vez el equipo se fue de la cancha envuelto en reproches y en insultos múltiples para los jugadores y para el presidente Rafael Savino. Y de nuevo, extrañamente, no hubo ningún grito en contra del técnico, quien ya amagó con irse el último martes.

En el arranque, San Lorenzo intentó meter a Argentinos en su arco. Pero fueron más empujones que dominio nítido. La movilidad de Moreno adelante, y la postura general de salir a apretar más arriba que de costumbre, con Di Lorenzo como abanderado, hizo que el partido fuera dominado por el local en el comienzo. Incluso hubo una mano de Galván en su área al minuto de juego (sin intención) que dejó bien establecido lo mal parado que estaban los visitantes por aquel entonces.

Claro, Argentinos estaba muy contenido. Oberman, por ejemplo, tenía que bajar mucho para entrar en contacto con la pelota y así Carrario quedaba demasiado solo allá arriba.

Pero fue tomando confianza de a poco el equipo de La Paternal. Primero apeló a la reiteración de faltas, con la complicidad del árbitro Angel Sánchez, y así empezó a emparejar el juego. Y después, lentamente, Marini asomó como dueño del mediocampo. Controló sin mayores problemas a Messera y empujó a su equipo contra el arco de Ramírez. Machín acompañaba, y a San Lorenzo se le complicaba todo a espaldas de Acevedo.

Así fue como Argentinos, sostenido entre Marini, Pisculichi y Oberman, empezó a merodear el arco local con situaciones de riesgo. Marini pisó el área, por el callejón derecho, y su disparo fue controlado por Ramírez. Después probó Pérez Castro y su remate se fue por arriba del travesaño. Hasta que Pisculichi metió el 1-0 con un estupendo zurdazo de tiro libre. ¿Fue responsable Ramírez? Si bien es cierto que el arquero alcanzó a tocar la pelota y la pudo sacar porque no fue un disparo al ángulo, en realidad la mayor porción de responsabilidad fue de Loeschbor, por su innecesaria infracción a Oberman, que provocó el tiro libre del cual partió el gol.

Volvieron entonces los gritos de impaciencia de parte del público de San Lorenzo. Y el equipo se llenó de nervios. Así, el primer tiempo terminó al revés de como había empezado. Carrario se perdió el segundo de Argentinos: se apuró y su remate se perdió cerca del palo izquierdo. San Lorenzo, con titulares o suplentes, era lo mismo. Seguía perdido en su laberinto.

Y se desordenó más todavía en el complemento. Perdió por completo la línea y apenas tuvo algunas situaciones aisladas para un empate que se mantenía demasiado lejano. Tuvo una de Moreno y otra de Acevedo, pero ambos intentos terminaron en Gutiérrez. Argentinos fue más inteligente y jugó con la desesperación de su rival. Había más sensación de gol en cada contra del equipo de Chiche Sosa que en los tibios avances del local.

San Lorenzo no tuvo reacción, eso fue evidente. Ni en el banco, en donde el técnico vio el final sentado, ni adentro del campo de juego. Argentinos, por las dudas, le puso el moño al triunfo con ese gol enorme de Marini en el final y logró un poco de oxígeno en la tabla. San Lorenzo, en cambio, se fue de la cancha como se va habitualmente. Envuelto en llamas.


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