Doberman
Pese a su apellido, Gustavo Oberman no es ningún perro. Pero lastima: ayer metió un gol, le hicieron un penal y fue la figura.

CORDOBA (CORRESPONSAL). Fue un perro hambriento, escurridizo, encarador. No lo pudieron detener cuando se decidió a ir por su alimento. Ladró en los momentos justos, mordió y dejó heridas profundas. Gustavo Oberman, más Doberman que nunca, escribió gran parte de la página del ascenso de Argentinos. En el partido de ida mandó el centro del primer gol de Jorge Quinteros, ayer convirtió uno y le cometieron el penal que el Polo transformó en el segundo gol del Bicho. ¿Qué más?
Su nombre aún es nuevo en el ambiente porque hace poco que fue presentado en sociedad. El domingo 30 de mayo, este pibe de 18 años debutó desde el arranque, contra Tiro Federal, y se dio el gusto de meterla por primera vez en aquel 2 a 2 (el sábado anterior había entrado ante Defensa, en el segundo tiempo). Veloz, hábil, gambeteador, se mueve por los dos costados con el mismo desenfado y manda buenos centros gracias a que maneja bien las dos piernas. "No soy un típico goleador de área, pero llego bastante", comentó en su momento. "No me achico en las difíciles", deslizó más tarde.
Sus dos comentarios fueron refrendados. Es verdad que se acerca con frecuencia al área, lo que lo demostró ayer en su séptimo partido con ese tiro desde afuera que, con la complicidad del arquero Argüello, se coló junto al palo izquierdo. Fue su segundo gol en la Primera del Bicho. También es cierto que no arruga: va al frente, es vertical y lastima. Como cuando ayer se metió en el área y recibió la patada de Cappelletti. Un penal con el que el Polo casi rompe la red.
Te están viendo. Su buena aparición en Argentinos generó elogios y atrajo miradas, entre ellas la de Hugo Tocalli, DT de las juveniles. "Oberman es es uno de los chicos que tienen posibilidades de jugar en la Sub 20. Tiene mucha habilidad y condiciones interesantes", dijo el entrenador, quien lo está siguiendo en cada partido con la real chance de hacerle un llamado de un momento a otro. Doberman, apodado así al menos en esta nota, quiere seguir dando mordidas letales. Si es con la celeste y blanca, mejor.
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